La modelo actúa o, digo yo, se deja estar, descansa, se olvida. Cuanto más se olvida más me convoca la acción. Eso puede durar uno, dos y hasta tres días seguidos. Y después viene el trabajo pesado, y a la vez tranquilo, en soledad, con mis tiempos. A veces meses, o años. Dejo que miles de imágenes duerman en archivo, las olvido y en su mayoría no sé cómo son, qué son. No planifico puestas en escena, menos aún grandes puestas en escena. No es mi manera. La escena, la puesta la encuentro, la veo en el momento en que ocurre o aparece sin esperarla. Soy más godardiano que viscontiano. A veces creo que la puesta en escena se construye sola, aparece (o no) sola, o la hace la cámara. Las imágenes que publico surgen en el tiempo, las compongo capa tras capa de luz y sombra.
(La imagen de tapa fue compuesta por Amilcar Moretti entre enero y febrero del 2024. Buenos Aires-La Plata)
Escribe
AMILCAR MORETTI
El Señor Senador estaba informado de todo. De mí, también. El hombre tuvo a su cargo a la policía de una provincia al sur de la de Buenos Aires, en las décadas del 80 y los 90, después de la última dictadura cívico-militar. Lo sé por su hija. Trabajé una vez con ella como modelo. Ignoro si él lo sabe. Tal vez ella no le haya contado, o bien no le interese. Nico no le contó de mí, porqué iba a hacerlo ya que no era él quien redactaba los discursos del senador presentados como si en verdad los escribirse. Yo los escribía, y aún lo hago. Creí que yo no existía pero resulta que el senador conocía todo, o gran parte. Dado que Nico ya no estaba pensé que perdía ese ingreso de dinero, fundamental para mi simple subsistencia. Pero no ha sido así. Volvieron a tocarme y guardé silencio. Solo pregunté qué querían y cómo lo querían escrito, si continuaba igual y que, en cualquier caso, no dejasen de informarme de los lineamientos políticos generales hasta donde lo creyeran conveniente. Si no, es muy difícil la escritura, se avanza a ciegas, sin saber qué se puede incluir y que no, además del tono, se sabe, apasionado, frío, sereno, a la ofensiva o reflexivo, según el encargo y circunstancias. En ese proceso terminaron de mezclarse las fotos, con los años, más reveladoras que mis palabras escritas.
Las imágenes se me hacen solas. Quizás sea que las hago solo. No en el momento de la toma. La modelo llega, charlamos una hora, tomamos algo y ella se maquilla. Se prueba los zapatos y algo de vestuario, poco, porque eso lo definimos en el curso de la jornada. Entre tanto, me ubico en el escenario, mi casa o el departamento que alquilo, cada uno con su mobiliario. Allí se da el encuentro de tres, fusión de la modelo desnuda; los muebles y ventanas y la luz que hay en los diferentes espacios, y por último yo, que hago mirada sobre la marcha. En una jornada pueden ser mil o mil quinientas fotos, según la luz, la hora, la situación, el espacio, el mobiliario, la modelo. Según mi ánimo y lo que me produzca ella.
La modelo actúa o, digo yo, se deja estar, descansa, se olvida. Cuanto más se olvida más me convoca la acción. Eso puede durar uno, dos y hasta tres días seguidos. Y después viene el trabajo pesado, y a la vez tranquilo, en soledad, con mis tiempos. A veces meses, o años. Dejo que miles de imágenes duerman en archivo, las olvido y en su mayoría no sé cómo son, qué son. No planifico puestas en escena, menos aún grandes puestas en escena. No es mi manera. La escena, la puesta la encuentro, la veo en el momento en que ocurre o aparece sin esperarla. Soy más godardiano que viscontiano. A veces creo que la puesta en escena se construye sola, aparece (o no) sola, o la hace la cámara. Las imágenes que publico surgen en el tiempo, las compongo capa tras capa de luz y sombra. Hace mucho tiempo solía desbarrancar en la trampa mamarracha del apresuramiento acumulativo, sumatorio, de apurar el proceso y publicar un amontonamiento de imágenes que, sabía, eran defectuosas y no me conformaban ya por exigencias externas ya por compulsiones mías.
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Me ubico en el escenario, mi casa o el departamento que alquilo, cada uno con su mobiliario. Allí se da el encuentro de tres, fusión de la modelo desnuda; los muebles y ventanas y la luz que hay en los diferentes espacios, y por último yo, que hago mirada sobre la marcha. En una jornada pueden ser mil o mil quinientas fotos, según la luz, la hora, la situación, el espacio, el mobiliario, la modelo. Según mi ánimo y lo que me produzca ella.
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No me canso de mirar y hablar de las imágenes, mi ojo siempre estuvo entrenado para eso. No es que mire mejor o peor que otros, no lo mido por ahí. Sé quién es un maestro y quien es superior, inalcanzable. Hubo una época en que llenaba páginas y páginas, posteos y posteos con imágenes “repetidas”, que no me sumaban, no añadían nada. Ya no lo hago, y cuando repaso hacia diez atrás o más corrijo esas torpezas por pudor. No es que no me hubieran advertido de esa fealdad, al contrario, me lo señalaron de modo explícito varias veces, pero lo maniático acumulativo suele cercarme. Ahora no tanto. Tomo recaudos. Le doy más tiempo a una foto y la trabajo, pocas veces para conformarme del todo. Pero hay un momento en que es necesario soltar la foto, o intentarlo en otro momento, con una idea nueva que surja. Además, con las fotografías de desnudo están los tabúes, prejuicios, censuras y prohibiciones, tanto los de los demás como los míos propios. Cuestión de supervivencia. O de valentía como escribe Vittorio Gassman en su autobiografía al preguntarse si la vida al fin de cuentas no es una cuestión de valentía.
Allí contrastan las fotos, se ponen binarias (mala palabra desde hace un tiempo), más negras o más blancas, más oscuras y ennegrecidas o más claras, iluminadas. No es deliberado, aunque a veces -yo lo dije- ajusto la tuerca una vuelta más para ver qué sale. Lo peor es después, cuando alguien que mira y sabe como mirar o cuyo juicio aprecio o me une el afecto, lo peor, digo, es que cuando me señalan: “Se nota. Se nota que forzaste la máquina”. No lo vivo bien en principio, pero después me sirve, y corrijo o evito. El negro, como la oscuridad no es sencillo, requiere un ánimo que acompañe y motive y a la vez te mantenga a distancia. Fotos negras. El Senador pidió que le hiciera unos retratos para su campaña, me negué a riesgo de que le molestase, pero sencillamente no sé cómo se hace ese tipo de fotografías.
Recuerdo al respecto un suceso quizás cómico vivido por mi hermano. Era cineasta, buen director y aún mejor hombre de teoría y estudio. También buen fotógrafo pero sin demasiado interés en ello, su pasión era el cine, mirarlo, estudiarlo, realizarlo. Una vez, un amigo con el cual convivía para compartir el pago del alquiler de la vivienda le pidió que fuera el fotógrafo de su fiesta de casamiento. Mi hermano puso reparos y excusas para rehuir pero, como era el director de cine amigo del novio no pudo evitar el compromiso. El drama se dio después, durante la fiesta de casamiento cuando mi hermano vio que el flash de la cámara, que poco y nada usaba en sus imágenes personales, fallaba una y otra vez. Además (eran tiempos de fotografía analógica) los rollos se atascaban uno tras otro por nerviosidad o desperfectos mecánicos tan comunes como imprevisibles. Lo cierto fue que no hubo fotos de la fiesta de casamiento, y que al cabo de unos días mi hermano debió decírselo al ya entonces esposo. Ignoro como evolucionó la amistad entre ellos.
2 Comentarios
Lo sigo desde hace mas de 10 años. Tengo 48 años y soy docente. Tuvimos gobiernos malos y muchas veces pense “merecemos esto los argentinos” (y a creo que a algunas veces lo mereciamos). Pero nunca se me ocurrio tirar ni siquiera una piedra. Pero cuando veo a este Presidente y sus Ministros Macristas me dan ganas de tomar un Fusil, es alienante este gobierno. Creo que todo puede terminar muy mal, porque si las protestas sociales comienzan a crecer estos van a reprimir salvajemente, y las protestas y piquetes seran cada dia mas violentos. Creo que estamos en un momento de quiebre, muchos “mansos” como Yo nos estamos cansando y recien llevan 2 meses gobierno. Creo que usted podra enttender este sentimiento que comienza a crecer un muchos corazones. Saludos y gracias ….
Sí, comprendo muy bien lo que sientes y piensas, Marcelo. A mí, todos los días, me persigue la idea iresuelta de esta pesadumbre política elegida como una forma de autodestrucción, ignorancia y engaño. Es probable que todo termine muy mal, muchos lo pensamos, es decir, que corra sangre y, sabemos, la sangre la pone el pueblo. Pero también hay momentos, aún de impaciencia y decepción, tristeza y desánimo, en que pienso que de alguna forma relativamente pacífica hemos de resolver este problema autodestructivo que ha elegido gran parte del electorado. Creo que, más allá de los distanciamientos de cada uno con respecto a esta gestión y su elección, todos estamos un poco salpicados por la indiferencia, desprevención, cinismo, fracasos, incumplimiento más el gran poder que el capitalismo financiero tiene para aplicar sus fabulosos e irresistibles instrumentos de corrupción aún para disgregar una nación. Creo, también, que hemos sido seleccionados como una sociedad-territorio-nación para ensayar un proceso de laboratorio e ingeniería social y ver qué sale de su aplicación en un terreno complejo como es Argentina,con la idea de disminuir problación mundial, disolver resistencias e instalar una revolución tecnológica deshumanizante que haga desaparecer al sujeto crítico o la subjetividad humanista. Esto es un cambio de era, una profunda revolución civilizatoria y antropológica altamente regresiva basada en tecnologías de punta. Es una revolución reaccionaria, un progresismo tecnológico profundamente regresivo.
Muy agradecido por elegirme para transmitir tus pensamientos.